En estos días he estado releyendo las crónicas de la guerra de José Miró Argenter, quien fuera jefe del estado Mayor de las tropas comandadas por el Lugarteniente General Antonio Maceo y Grajales. La invasión del Oriente al Occidente de Cuba durante la Guerra Necesaria es una de las hazañas más relevantes que recoge la historia del mundo. Solo unos pocos miles de soldados, conocidos como los gloriosos mambises, cuya arma principal era el machete, fueron capaces de enfrentar y una y otra vez derrotar a las bien nutridas y armadas columnas españolas, burlarse de sus trochas (las de Júcaro a Morón y de Mariel a Majana) consideradas bastiones inexpugnables. Ello da fe de la maestría militar de Antonio Maceo y Máximo Gómez, quienes se convirtieron en temidos azotes para las fuerzas integristas. Hoy, a solo unos días del 24 de febrero, fecha en que comenzó en 1895, la contienda libertaria organizada por José Martí, se une otro acontecimiento digno de tener siempre presente: el próximo bicentenario del natalicio de Mariana Grajales, quien vio la luz el 12 de junio de 1815. Sin dudas un ejemplo de mujer y de patriota inigualable.
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